En nuestro día a día (el del médico de familia) está el acompañar a nuestros pacientes y familias en todos los procesos de la enfermedad y de vez en cuando acompañarlos también en los momentos más duros.
La noticia del fallecimiento de un paciente sea o no esperada, siempre es algo triste. Seguir con la dinámica rutinaria después de ello se hace bastante cuesta arriba.
Y es que, por desgracia, estas situaciones son algo que está dentro de la "continuidad y longitudinalidad de la atención primaria".
Como ya he dicho en otras ocasiones la "continuidad" es una espina clavada en el sistema de salud sueco. Aunque se intenta que los pacientes vayan siempre al mismo medico, las libranzas, turnos de urgencia, el que hay muchos médicos que trabajan a porcentajes, etc hace que realmente sean muy pocos los pacientes que son atendidos en la mayoría de las veces por el mismo medico.
El otro día sentí por primera vez esa tristeza de la que hablo, aquí en Suecia. Falleció un paciente muy mayor pluripatologico que llevaba atendiendo con bastante frecuencia en este último año. Siempre amable y agradecido a pesar de sus enfermedades y achaques. En mi última visita lo derive a urgencias. Tenía de nuevo una reagudizacion severa de su EPOC.
Al día siguiente recibí la mala noticia de que había fallecido en urgencias. Me estremecí. Ha sido la primera vez que un paciente que he venido siguiendo y tratando, y que puedo considerar como "mi paciente", ha fallecido.
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